martes, 14 de julio de 2009

El retorno al Blog, crónica de una vuelta anunciada

Hola queridos amigos y seguidores de este espacio en el mundo gourmet.
Antes de empezar debo disculparme por el año sabático que LA COCINA DEL VASCO y yo (EL VASCO) nos hemos tomado. Sin ánimos de justificarme, anticipo: mi vida ha cambiado y mucho. Y todo cambio, a la larga es bueno porque nos renueva; en este caso, estamos en condiciones de reafirmar eso.
La última información posteada data junio o julio del año 2008; momento en el cual estaba trabajando en el Akademik Shokalskii para la empresa Quark Expeditions. En aquella oportunidad recorriendo las latitudes del Ártico, y de allí logré almacenar mil recuerdos, junto con otras tantas sensaciones, vivencias y experiencias que, de una u otra forma, sirvieron de marca. Algunas de punto de partida, y otras de llegada.
Desde ese momento, al llegar nuevamente a Ezeiza y a la amada/odiada Buenos Aires, me di cuenta que algo me había hecho un clic en alguna parte de mi.
No sabía hacia donde iba, pero si sabía que se aproximaba algo bueno e importante.
Y ese techo que había alcanzado, en pocas horas mas (una vez que me sacaba de encima el maldito jet-lag, comía un cacho de carne argentina y nos avasallábamos con mi madre a preguntas y respuestas) sería trampolín que me lanzaba a algo aún más importante que la experiencia que finalizaba…

Ya tenía, obviamente, algo entretejido que le faltaban algunos puntos para redondear la prenda. Culinariamente hablando, estaba “blanqueado”, solo faltaba redondearle la cocción con algún perfume o textura añadida al final.

Pero ya dice el refrán; “Dios sabe mas”. Y si lo juntamos con el que reza “…si querés hacer reír a Dios, contale de tus planes…” podría terminar mi crónica aquí mismo, sabiendo que me adelante (una vez mas) a los hechos que aún no se sucederían.
Cuando pensas que entendiste todo, ahí te das cuenta que no sabes nada…
Tenía fechas, planes, medios, el cómo, cuánto y porqué…pero el todopoderoso, gentilmente me dijo “cuando lo crea conveniente, te diré el CUANDO”. Claro que no tuve una revelación divina y no se apareció nada ni nadie del más allá a decirme eso, ya que el infarto hubiera impedido este relato, lógicamente. Sino que después de analizar los hechos y su secuencia, logré entender eso que expuse renglones arriba.

Mi hermana mayor presentaría inminentemente su tésis de final de la carrera (una de las tantas que, a diferencia mía que solo las empecé; terminaría)
Ya había recibido la noticia de que iba a ser el padrino de la boda de mi hermana menor Milagros de Aránzazu, quien contraería matrimonio con Rafael Ignacio, demás está decir que el pecho se me cerró y se me atoró un sapo en la garganta que, aun hoy, a poco mas de 120 días para la boda, si pienso un poco en ellos me emociono.

Resumiendo (diría Joaquín Ramón Martínez Sabina) llegamos a las fiestas navideñas, fin de año etc. etc. Con una noche de 31 de diciembre, sencillamente A-N-T-O-L-Ó-G-I-C-A! Colosal si se quiere y para no exagerad, que terminó con el auto del Toti Zapico “bien regadito” inmortalizado esa misma noche.

Esa tarde del 24 de diciembre fue cuando apareció EL VASQUITO, un mensaje navideño de sensibilidad, amor y ternura en forma de perro mayormente negro.
Con una insubordinada cola que retumbaba contra todo y todos; unas desmedidas orejotas que hacían muy cómicas sus más serias caras, y un pitilín que se le convirtió en inmanejable e independiente pescadito que aparecía y desaparecía con autonomía. Tuvo en vilo y atento a toda la familia, amigos y allegados. No hubo quien no haya llamado para ver como andaba el chiquito… eso desató también el mal humor de Furia y del Pibe, quienes ajenos al no poder compartir los ambientes con el Vasquito, iniciaron incansables acciones de protesta y amotinamientos varios durante la estadía del okupa en la mansión. Sublevamientos que finalizarían con Furia robándome una zapatilla y enterrándola en clara señal de disconformidad.

Compartimos gratos momentos, ha ocupado (y ocupará eternamente) un lugar de privilegio entre mis mejores recuerdos: nuestras siestas cucharita en el sofá del living, la pelota de tenis que se le atoraba en una mandíbula en desarrollo y todas las bosteadas y meadas que iba dejando a su paso. Vimos su evolución de los 3,75 Kg. que pesó al llegar, versus los mas de 15 que alcanzó al momento de partir.
Cuantos hubieron que desearon adoptarlo, cuantos que también quisieron y no pudieron. Cuantos que se divirtieron escuchando sus atisbos de ladridos. Que divertido era!!!

Otra vez enero, y otra vez las despedidas de grandes y entrañables amigos. Otra vez la guardia alerta en el sillón, otra vez estar sensiblemente atentos a un amigo…otra vez en enero.
NOTA: Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de mi familia, con mi madre como abanderada del equipo, solidariamente a la cabeza.

Y llego el momento de partir. Como decía mi padre “…todo cambia para seguir igual”. Y vaya si tenía razón.

Otra vez el todopoderoso en busca de su equilibrio divino, me premia con incansables e impagables momentos con mis amigos, que también son imborrables. Fueron ellos que incansablemente organizaron una y mil despedidas por (otrora) inminente viaje a Sint Maarten, Antillas Holandesas… o sea, en el caribe.

Tuve mas despedidas que Los Chalchaleros, incluso lo sobrepase al benemérito Dr. Stickar, quien se ufanaba de haber pasado a los flocklóricos cantautores.
Me di el lujo de que mi agenda se vea apretada (como canguro con mellizos) de tantas despedidas, lo cual es un honor para mí contar con tanta gente buena a mi alrededor.
Claro que también me quedaron en el tintero otras tantas… Lo bueno que tiene el tiempo es que siempre da revancha.
Contamos con un cónclave en Monte Hermoso, que reunió luego de una trabajada y sentida caravana que se inicio en Ensenada con Tenaza y Velásquez; y que termino con los mejores exponentes de la sociedad bahiense, conocidos popularmente como “LOS NOTABLES” mas algunos agregados de último momento, que vale mencionar, no desentonaron. Luego el destino, decidiría que sumaríamos mas integrantes, demás esta decirlo, no solo a la altura de las circunstancias, sino por encima de ellas en la mayoría de los casos.
La última “MESA DE NOTABLES” tuvimos que convocarla de urgencia, fue una mesa extraordinaria por demás: por salirse de la casilla de los miércoles/jueves; y porque contamos con baluartes de altísimo nivel, quienes me honraron con su presencia, asistiendo solo para despedirme. Hubo que mandar una copia fiel del ticket electrónico de mi vuelo, ya que varias novias/concubinas/consortes no se conformaron con el bastardeado y trillado argumento “es la despedida del Vasco…”, que se esgrimía sistemáticamente desde principios de diciembre hasta promediando junio.
Grandioso. No puedo pedir más, seria un desagradecido…

Pero el premio mayor vino ahí nomás; en forma de mujer, y rubia, cosa que jamás hubiera imaginado en ese momento. No tanto por lo de rubia, sino por la forma de mujer.
Los detalles sobran, se llama Laura y es magnífica, una gran compañera de emociones que se ha hecho merecedora de todo mi amor (en lo que a pareja se refiere)
Podríamos decir, por no ser cursis y noveleros, que no solo me llena el corazón sino que además me complementa. Me hace sentir un hombre pleno. Siempre con la mayor objetividad del caso.
Aclaro que solo me llena el corazón, porque la panza no tanto…a no ser por unas ricas milanesas de soja caseras con ensalada (son su especialidad) y otras de pollo que, osadamente, cocinó en una de nuestras primeras citas. De hecho la primera cita formal después de las previas de riguroso reconocimiento.
Una mujer única, sépanlo. Y amigos míos, no se lamenten, pero me la quedo yo…

Y con ella Joaquín, hijo de su amiga Paula. Y es con ese suceso que reabro las publicaciones de este contestatario blog culinario y gastronómico.

A continuación, la historia que me une a Joaquín y el gran movimiento que generamos con muy poco, solo con ganas y buena voluntad.

Ahora alejado de las gélidas costas del Ártico, les escribe desde Sint Maarten, Antillas Holandesas; agradeciéndoles el tiempo dedicado a estas líneas,
El Vasco Aristizábal